Conversación con Berenice Ramos
1. ¿Cuál es tu relación con Asia y con qué aspecto de ella se involucra en tu trabajo?
Mi interés en Asia, de forma particular con Japón, tiene un recorrido de más de 15 años. Mi acercamiento con el universo literario japonés surigió en primera instacia como un interés de pasatiempo donde me dediqué, durante mi pregrado en Lingüística y Literatura Hispánica, a difundir la escasa narrativa japonesa que era traducida y a la cual se tenía acceso en aquella época (principalmente los Premio Nobel: Yasunari Kawabata y Kenzaburō Ōe; y el best seller Haruki Murakami). Sin embargo, mi relación con Asia tomó mayor forma con mi tesis de magíster en Literatura Mexicana; durante esa investigación me enfoqué en rastrear los vínculos estéticos y literarios existentes entre la estética literaria japonesa y la mexicana. Las conclusiones de esa tesis me llevaron a realizar una investigación más amplia donde me enfoqué en trabajar la representación de Japón en la narrativa latinoamericana. Así, durante el PhD me enfoqué en estudiar las relaciones culturales, ideológicas, culturales, semánticas e intertextuales que cruzaban las propuestas literarias de narradoras y narradores latinoamericanos contemporáneos; realicé una cartografía amplia de la presencia de “lo japonés” en la narrativa actual, donde destacan más de 30 autoras/es y alrededor de 50 obras (creadas en América Latina) que, en estos momentos, están teniendo una conversación literaria y estética con el país nipón. Durante este trayecto he dialogado con los grupos de investigación asiática de la Universidad Complutense de Madrid y con la Uninversitat de Barcelona; además, tuve la oportunidad de realizar una estancia de investigación en la Universidad de Osaka. Actualmente, sigo desarrollando y escribiendo sobre ese tema, pero además estoy enfocándome en temas de traducción japonesa al español -sin mediación de las traducciones españolas y sin la traducción de primer grado (de japonés al inglés y posteriormente al español), es decir, sólo me enfoco en la traducción directa- e investigo sobre los conflictos e intereses editoriales que median el que tengamos acceso a determinada literatura, en específico el caso de la narrativa nipona.
2. ¿Puedes contarnos un poco en qué estás trabajando actualmente en el Centro de Estudios Asiáticos?
Actualmente, soy colaboradora del CEA UC y coordino el Seminario Interno de Investigación del Centro; es una actividad que junto con el colega Miguel Vidal hemos desarrollado durante este 2023 y consiste en presentar y dar a conocer las investigaciones que están en vías de desarrollo. Inicialmente era una actividad en la que participaban sólo miembros del CEA, pero durante el semestre agosto-diciembre se decidió invitar a presentar a otras y otros investigadores externos con la finalidad de hacer crecer nuestras redes de conocimiento, colaboración e interdisciplinariedad; por ejemplo, tuvimos la presencia de la National Yang Ming Chiao Tung University (Taipei, Taiwán), la Universidad Mayor (Chile), la Universidad Central de Chile, la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina) y grupos de investigación como: ICLAC (Impactos de China en Latinoamérica y El Caribe), CE Corea (Centro de Estudios Comparados de Corea), Centro UM CISS (Centro de Investigación en Sociedad y Salud, Universidad Mayor).
Por otra parte, por segunda ocasión organicé y coordiné el Congreso de Estudios Asiáticos para Estudiantes de Posgrado, cuya actividad nos permite dar a conocer al Centro de Estudios Asiáticos UC (a nivel nacional e internacional) y conocer el estado en el cual se encuentra el interés por Asia desde la perspectiva de las y los jóvenes investigadores.
3. ¿Qué libro / obra de arte / pieza musical recomiendas de Asia?
Dado que mi conexión y foco de investación con Asia es desde la interculturalidad e intertextualidad, voy a partir por recomendar un par de textos que retoman lo japonés desde la escritura latinoamericana: Bonsái de Alejandro Zambra (Chile); El jardín de la señora Murakami de Mario Bellatin (México); Kimokawaii de Enrique Planas (Perú); Chicos que vuelven de Mariana Enriquez (Argentina); Forward Kioto de Juan Villoro (México); Diario de un invierno en Tokio de Matías Serra Bradford (Argentina); Canción de Eduardo Halfon (Guatemala); “El matrimonio de los peces rojos” de Guadalupe Nettel (México); “El ojo de Watanabe” de Andrea Jeftanovic (Chile).
De narrativa japonesa: Kitchen de Banana Yoshimoto; El cielo es azul, la tierra blanca de Hiromi Kawakami, La dependienta de Sayaka Murata; Ella en la otra orilla de Mitsuyo Kakuta; El corazón de Yamato de Aki Shimazaki; Memorias de una osa polar de Yoko Tawada; La llave de Jun'ichirō Tanizaki, Nieve de primavera de Yukio Mishima; El castillo de arena de Seicho Matsumoto y Crónica de un pájaro que da cuerda al mundo de Haruki Murakami.
En obra de arte: la colección de grabados de Van Gogh cuya influencia se vio marcada por la enorme admiración del pintor holandés hacia los pintores Utagawa Hiroshige y Katsushika Hokusai (como dato destacable: Van Gogh jamás estuvo en Japón, su percepción artística de este país sólo la desarrolló por lo poco que conocía de la obra de algunos pintores nipones). El Van Gogh Museum nombró una sala especial con tan sólo una parte de los aproximadamente 600 grabados que componen la obra de Van Gogh dedicada exclusivamente a Japón, titulada ‘Van Gogh & Japan’.
En música:
Mozart: Piano Concerto No. 18, K. 456 y No. 19, K. 459 con la dirección de Mitsuko Uchida y la compañía de The Cleveland Orchestra.
El álbum Lucky, del productor musical y DJ Towa Tei, que tuvo la colaboración de la artista multidisciplinar pop Yayoi Kusama.
Y el álbum Yes, I’m a Witch, de la artista conceptual Yoko Ono, que entrecruza perfectamente los sonidos del Japón tradicional con la vanguardia electro-pop occidental.